Menos conocidos que los masones, con los que en ocasiones son confundidos, los rosacruces pertenecen a la sociedad secreta Rosenkreuzer (“La Rosa-Cruz” en español). La leyenda atribuye la fundación de la Rosa-Cruz al alemán Christian Rosenkreuz, un legendario personaje de finales del siglo XIV que habría viajado a Oriente como peregrino.