El tailandés Boonpong Sirivejjabhandu y su hija Panee arriesgaron sus vidas para ayudar a miles de reos del Imperio japonés durante la II Guerra Mundial.
Boonpong y Panee pasaron de contrabando alimentos y medicinas a los prisioneros empleados en la construcción del conocido como «tren de la muerte» entre Tailandia y Birmania (Myanmar).
Unos 60.000 reos de guerra británicos, australianos u holandeses fueron empleados por los japoneses para la construcción de 400 kilómetros de vías a través de junglas y montañas. Más de 12.000 de ellos murieron a causa de la malnutrición, la falta de medicinas y las malas condiciones en las obras ferroviarias.