Sus padres querían que fuera abogado o sacerdote, pero Giuseppe Garibaldi estuvo desde niño dominado por el ansia de aventuras. En 1824, cuando tenía 16 años, se enroló en un navío mercante en Niza, su ciudad natal, y durante un decenio recorrió el Mediterráneo y el mar Negro comerciando y sorteando ataques piratas. Fue en uno de esos viajes, en 1833, cuando descubrió su otra vocación: la política.