Peter Holdenberg vivía solo en un tercer piso de Essen (Renania del Norte). Le gustaba la lectura, los juegos de mesa y disfrutar de la compañía de los suyos. Su vida, rutinaria, tranquila, corriente y similar a la de otros muchos, quedó trastocada el 10 de diciembre de 1941. Aquel día varios agentes de la Gestapo lo sacaron a la fuerza de su casa.
Su débil cuerpo apenas pudo defenderse de la violencia y la agresividad que mostraron los enviados del Führer, a los que nada o casi nada les importó que fuera discapacitado. Era un posible enemigo. Nada de trato humano. Dictámenes del protocolo ario. ¿Qué debemos saber sobre la policía nazi?