Muchos meses, grandes dosis de paciencia, cucharas y cuchillos robados de la cocina de la prisión, unas cabezas de muñecos y chubasqueros de varios internos para construir una especie de balsa. Estos son los elementos que necesitaron Frank Morris, John y Clarence Anglin para protagonizar la fuga más famosa de la cárcel de Alcatraz, la prisión de máxima seguridad considerada hasta entonces un lugar infranqueable.