Son apenas veinte líneas escritas en una tablilla de arcilla, pero su descubrimiento podría cambiar el origen de la literatura universal y, si no fuera por la curiosidad de un médico aficionado a la historia, quizás nunca, como en otros casos hubiéramos tenido noticias de este fragmento perteneciente a una de las narraciones más famosas jamás contadas, hablamos de la epopeya de Gilgamesh.
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